lunes, 3 de octubre de 2011

Una pequeña historia para empezar...


El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...

-         Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...
-         Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
-         Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
-         Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
-         Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
-         ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?...
-         Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
-         No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
-         Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...
-         No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:
-         Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada
 De la sabiduría sufi
(Jorge  Bucay. 1999)

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